Valledupar, junio 11 de 2024
La tragedia que se desató el pasado primero de junio en la Casa Campo La Riosca, en Valledupar, ha dejado un rastro de dolor y pérdida con cuatro muertos lamentables. Sin embargo, entre la desolación, emergen historias de milagros y segundas oportunidades, como la de Angie Carolina Galiano, quien estuvo a punto de ocupar el puesto de una de las víctimas fatales.
Angie Carolina, una joven residente en Medellín, asistió al matrimonio que se celebraba esa fatídica noche. Rememorando los eventos, Angie Carolina relató que: “Sentí como si alguien estuviera rompiendo una galleta de soda. Me levanté de la mesa, pero el papá del novio me haló del brazo y me puso debajo de otra mesa. En ese momento, pensé que todos íbamos a morir”.
Inicialmente, Angie Carolina debía ocupar el puesto donde se encontraba Nayleth Guerra, una de las fallecidas. “Me tocaba en esa mesa, pero le pedí a la novia que me cambiara porque no conocía a nadie ahí. Terminé en otra mesa donde, aunque cayeron escombros, pude salir más rápido”, cuenta con una mezcla de alivio y tristeza.
El impacto emocional de la tragedia ha dejado una profunda huella en Angie Carolina. “Siento que Dios me dio una nueva oportunidad de vida. Las personas que salimos ilesas, incluso las que están en UCI, somos un milagro de Dios. Después de esto, mi vida no puede ser igual, debo vivir para servir a Dios”, reflexiona.
Angie Carolina, junto con las demás personas afectadas, continúa recuperándose del trauma vivido. Su historia resalta no solo la fragilidad de la vida, sino también la fortaleza y la esperanza que pueden surgir incluso en los momentos más oscuros.
La tragedia de la Casa Campo La Riosca sigue siendo un doloroso recordatorio de la necesidad de solidaridad y apoyo mutuo en tiempos de adversidad. Las oraciones y el recuerdo de las víctimas y sus familias continúan siendo un consuelo para muchos en Valledupar.
