«Una política elegida con dineros del narcotráfico es ilegítima». La frase la dijo Gustavo Petro en el año 2014. Hoy, 9 años después, dice que el único que puede acabar su gobierno, es la gente que lo eligió. Como dijo Santos, solo un estúpido no cambia de opinión. Como decimos nosotros, la política es dinámica, y contradictoria. Principalmente eso, contradictoria.
Y como dijo la chimultrufia, así como digo una cosa, digo la otra.
Si se comprueba que todo lo que dijo Nicolás Petro Burgos ante la Fiscalía, ante un juez es verdad, el gobierno de su papá, perdió no solo credibilidad, sino legitimidad, el ingreso de dineros de dudosa procedencia, del narcotráfico, fue usado para mover la opinión de la gente, y podría incluso haber servido para comprar votos.
Pero estamos en Colombia señores. Pese a este abanico encendido por el hijo del presidente, Nicolás Petro y su ex exposa Day Vásquez, no estarán tras las rejas.
Nicolas tendrá casa por cárcel, osea, mansión por cárcel, y su ex, seguirá en las calles muy oronda.
Estamos en Colombia. Gustavo Petro seguirá en el palacio de Nariño tres años más, continuará en twitter peleando con la prensa y descalificando a todo aquel que medianamente lo critique.
Estamos en Colombia, el fanatismo seguirá arriba, defendiendo a un gobierno que resultó más corruptos que el de Ernesto Samper por la forma como se eligió.
Estamos en Colombia, los corruptos seguirán teniendo el descaro de mirar a los ojos a sus electores, pese a haber sido desenmascarados. Porque para cara de perros búsquenlos.
Estamos en Colombia, que gracias a Dios tiene una democracia imperfecta, pero viva, y el 29 de octubre el electorado le pasará cuentas de cobro a este gobierno, no eligiendo a sus candidatos. ¿Seguirá alejado de las regiones Gustavo Petro cuando le elijan en los territorios, a gente que a él no le gusta como no le gustan la mayoría de los actuales mandatarios?
En tres años, volveremos a las urnas, y veremos finalizar el periodo de un gobierno que hizo exactamente en campaña y en el desarrollo de su periodo, lo mismo por lo que crucificaba a otros. ¡Que decepción!.
