Ellos hacen cuentas. Durante su administración, durante el periodo para el que son elegidos, trabajan, duro. ¡Pa qué, eso no se puede negar! Dos agendas de trabajo sostienen, la que cumplen para llevar a cabo las obras, y la otra que deben cumplir para quedarse con parte del dinero invertido en la obra. El dulce diez, que a decir de los expertos, de unos años para acá, ha aumentado hasta el dulce 30 o 40 por ciento.
Cuatro años arduo de trabajo, quedan ricos, su vida cambia, y duran cuatro más defendiéndose. Los recursos con los que pagan abogados, ya no necesariamente salen directamente de las coimas que recibieron, sino de los rendimientos financieros que dejan esas coimas bien invertidas.
Saben mucho nuestros políticos. Por eso es que se pelean tanto un cargo. ¡Qué importan tantos años de cárcel, cuando salga lo disfrutaré!, piensan para sí. Otros dicen;_ esto es una bendición que me llegó del cielo. Maneras de engañarse existen muchas.
Con miras a las elecciones de octubre próximo, sería bueno conocer la declaración de rentas de los candidatos. Ver de cuanto es su patrimonio, que sea algo público, y que luego en un año, la volvamos a ver. Que en dos, le echemos una ojeada, que en tres la analicemos bien, y que en cuatro vuelva a ser escrutada por la opinión pública.
Y aunque el papel aguante todo, que por lo menos luego de conocer esa declaración de renta de nuestros alcaldes, gobernadores, diputados, concejales, congresistas, los podamos sancionar moralmente, porque nuestros jueces, en la mayoría de los casos, también se tuercen con las migajas que caen de las mesas de los que ostentan el poder.