El cobrador llegó en su motocicleta de alto cilindraje al lugar donde labora su deudor, o mejor dicho, el deudor de su patrón. En vista de que al parecer una vez más el deudor le dijo que no tenía como pagarle la cuota del día, comenzó una discusión que se fue elevando de ton, a tal punto que el cobrador esgrimió un arma de fuego y disparó contra el negocio del deudor.

Pero como el valiente es valiente, hasta que el cobarde se decide, luego de una persecución por avenidas de la ciudad, el cobrador terminó por refugiarse en un almacén del centro de Valledupar, huyéndole a una turba de motociclistas que lo persiguieran con la intención de lincharlo. Solo una patrulla de la Policía logró salvar a este sujeto de quien no se sabe, si por lo menos,  está procesado por porte ilegal de armas.

La historia que ocurrió el pasado viernes en horas de la tarde, una vez más nos demostró que los cobra diario, son los que mandan en la ciudad. Peor aún, son sus jefes, los dueños del dudoso capital, los que imponen las condiciones.

Estos señores cobradores, se movilizan por lo general en pareja cual patrulla policial, con la diferencia de que cada uno anda en su propia motocicleta. Utilizan pasa montañas y por lo general portan armas de fuego de corto alcance. Lo extraño es que nunca caen en un retén policial ni mucho menos son requeridos por alguna patrulla que los persiga. Se mueven como Pedro por su casa. La casa donde reinan, imponen la condiciones, abusan de sus clientes, maltratan, insultan, amenazan sin que ninguna autoridad los controle.

Obvio que este negocio del gota a gota no existiría si los desesperados ciudadanos, la mayoría comerciantes, no cayeran en la tentación de caer en sus garras como la única salida para pagar  deudas, cosa que no es más que cambiar de amo.

Hay dos pasajes bíblicos que vienen como anillo al dedo en esta historia: Romanos 13:8 dice: No tengan deudas pendientes con nadie, a no ser la de amarse unos a otros. Y Proverbios 22:7 El rico se enseñorea de los pobres, 
Y el que toma prestado es siervo del que presta. 

Mientras exista la oferta, existirá la demanda y viceversa. El gota a gota y su dominio no se acabará cuando las autoridades tomen cartas en el asunto – que por cierto parece que el tema los tiene sin cuidado – sino cuando dejemos de caer en la tentación de tocarles las puertas.

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