No sé a ustedes, pero a mí me encanta la democracia. El mejor sistema de gobierno, no hay otro que se le asemeje. Con sus imperfecciones y todo lo que usted quiera, nos permite vivir cada cuatro años, el relevo en los gobiernos, aunque a veces solo se cambien las caras. El ver asumir a nuevos mandatarios, continuistas o no, nos permite oxigene la democracia y de alguna manera revive la esperanza de quienes no se han sentido representados y/o bien gobernados.
No hay otra forma de explicar la cantidad de gente asistiendo al evento de posesión de los mandatarios, particularmente de la posesión de la Gobernadora Elvia Milena Sanjuan y del alcalde Ernesto Orozco Durán quienes como ha ocurrido en dos anteriores oportunidades decidieron posesionarse en la misma ceremonia.
Mientras veía como corría la gente a abrazar, o a por lo menos intentar saludar a la mandataria y al alcalde, no podía dejar de pensar lo difícil que es para un mandatario poder cumplir con todos los compromisos, porque al fin de cuentas, todo el que estaba ahí, está pendiente de obtener un beneficio, muchas veces, tal vez la mayoría de las veces, un beneficio personal y no necesariamente colectivo.
Y como era de esperar, ni Ernesto Orozco ni Elvia Milena Sanjuan lograron atender a todos, abrazar a todos, y darse cuenta de quienes estaban ahí en su totalidad. Pero ahí estaban , los esperanzados, y tal vez, los ilusos buscando una mirada de los mandatarios, una mirada que en muchas ocasiones no llegó y posiblemente no llegará.
Gobiernen bien señores alcaldes, señora gobernadora, no importa que no nos miren ni nos saluden, lo importante es que cumplan con todo lo que prometieron.
