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El mundo entero entro en crisis social, económica y mental, desde que un enemigo invisible traspasó fronteras sin pedir permiso, es más entró sin visa. Se convirtió ese enemigo público en el único capaz de volvernos cautivos en casa o en el sitio donde el gobierno haya decidido meter a quienes no cuentan con vivienda, pero mi escrito no viene a hacerle eco al temor o a la crisis nerviosa que produce el innombrable. Tenemos que preparar la hoja de ruta para la salida con seguridad y orden, no nos podemos confinar para siempre, mientras la economía se destruye, los problemas psicosociales crecen y el hambre empieza a hacer estragos, porque cuando escasea la comida la bomba social estalla y los más perjudicados serán siempre los menos favorecidos.
Me he dedicado a leer diferentes posturas sobre cómo alcanzar una nueva normalidad edificada en la confianza en el ciudadano, no es salir corriendo todos al tiempo como sucede en la maratón de San Silvestre, pero si es abrir las compuertas de manera controlada para que fluya el bienestar y la ciudad no quede paralizada por el miedo.
Me he inclinado por el modelo de Suecia que no llamó a un confinamiento sino por el contrario, edificó su estrategia en la libertad del ciudadano individual y la prudencia que da tener un cerebro educado para situaciones de riesgo, pero ese modelo sueco se dio al principio, ya nosotros como ciudad debemos planificar la hoja de ruta que nos llevará a la libertad financiera y a una excelente salud mental. El Instituto Nacional de Salud y el Ministro de salud fueron claros en decir que más de 5 millones de colombianos serán contagiados en los próximos meses, pero eso no se dará encerrados, porque ningún país soportará el confinamiento sin límite. Soy amigo de la tesis de que es necesario salir a empezar a construir o a continuar la vida, pero en la calle con una hoja de ruta planificada, estructurada y sin miedo del mandatario o de quienes lo rodean. Esa hoja de ruta de salida debe estar edificada sobre fundamentos sólidos inamovibles de quienes conocen a su gente, es decir, con los gremios de la salud, de la construcción, los comerciantes, los vendedores ambulantes, la gente de la educación, los bancos, en fin, que nadie quede por fuera; es más aun con los que se ganan el sustento diario prestando servicios sexuales.
Con una excelente planificación del obsoleto sistema de transporte y el gremio de moto taxistas se logrará construir una ciudad segura y en orden.
Quiero recordarle al Mello, que es un alcalde metropolitano y que sus decisiones afectan a los cinco municipios que conforman el Área Metropolitana de Valledupar y que por ser el municipio núcleo que atiende las necesidades del sur de la Guajira, del sur de Bolívar, Magdalena sur del Cesar entre otras, la hoja de ruta no debe ser hecha pensando como municipio cualquiera; además le aconsejo que nombre al nuevo director del AMV o ratifique al actual ya que esa dubitación frenó aún más de lo que está a tan importante órgano de planificación y desarrollo urbano.
Por último, debo ser claro en que los humanos somos maestros lideres inventores y usuarios de nuestro cerebro por lo tanto nosotros lo gobernamos a él y no él a nosotros, quiero decir con esto que las oportunidades nos esperan y dependen del alcalde quitarle el miedo al pueblo para que salga ordenadamente y cumplan la hoja de ruta impuesta. La firmeza de carácter del mandatario logra ciudadanos decididos y respetuosos de las normas y las leyes.
Mello Castro es tiempo de preparar la salida con seguridad y orden de día y de noche, para lograr barrios seguros y calles para todos con una economía segura para las familias que les permita quitarse el miedo y permanecer felices. Además tenemos una curva que aplanar y es la del desempleo que aumentó en Colombia como nunca.
Con hambre no hay paraíso.
@alfredosaadev
