Una oportunidad de oro, perdió el municipio de Bosconia. Cuando Gustavo Petro volteó sus ojos hacia esa población, y decidió visitarlos, la comunidad no aprovechó la oportunidad para comprometer al mandatario en las soluciones a la tragedia que viven por la ola invernal, y prefirió gastarse el tiempo en atacar a su alcalde.
Y de seguro razones tienen, los alcaldes de nuestro departamento, todos, dejan mucho que desear. Cada día el inconformismo hacia los mandatarios crece, más en un departamento en donde la gente aspira a tan importantes cargos como alcaldía y gobernación, motivados simplemente por la cantidad de seguidores que tienen en sus redes sociales, o creyéndole a los titiriteros que los quieren poner en esas posiciones, a fin de que se conviertan en sus instrumentos a través de los cuales se perpetúan en el poder.
La gente no come cuento, y luego les pasa cuenta de cobro, pero siempre al títere, porque el titiritero se inventa otro muñeco cuatro años después, ¡y que de nuevo comience la función!.
Así que lo ocurrido en Bosconia era de esperarse, el pueblo quiso hablar, alzar su voz contra su alcalde. Y obvio, Petro no iba a contradecir a su pueblo. Ni más faltaba, la popularidad hay que mantenerla, subirla porque anda de capa caída, y contradecir al pueblo, callarlo, no era la forma, ¡Hablen mis amores, lluevan sobre mojado, desahóguense!, les dijo con su actitud el mandatario.
Pero, ¿ y las soluciones?. Una manera de no solucionar un problema, es quedarse en el diagnostico por siempre sin avanzar en el tratamiento. Seguir con los retrovisores y no mirar hacia adelante.
Así nos vamos a quedar, con un presidente eterno candidato y rebelde que no se ha dado cuentas que ya es el dueño de la chequera.
