El hurto al carro de la Brink durante el pasado festival de la leyenda vallenata no pudo ser un hecho que pasara desapercibido, pese al sonido de los acordeones. Fue tan cinematográfico lo ocurrido, que todos los medios le pusieron la lupa. Varias cosas llamaron la atención de este atraco. Para mí, fue un hecho lleno de chambonerías.
Primero, porque fue un atraco mal planificado por los delincuentes. Por fortuna. Solo a ellos, los atracadores, se les pasó por la cabeza que podían salir de la ciudad así como así con un carro de valores robado. Se les olvidó a los delincuentes, que durante los días del festival vallenato, Valledupar es la ciudad más segura del país. ¡ Ojalá fuese así siempre!.
Chambones los atracadores, pero así mismo los miembros de la policía, a quienes si bien es cierto se les abona la reacción inmediata, la captura de los delincuentes, y la recuperación del botín, solo a ellos se les ocurrió dispararle a un vehículo blindado. Ellos mismos pudieron haber sido afectados con el rebote de un proyectil. O tienen mala puntería, o pensaron que sus balas eran más poderosas que el blindaje del carro de valores. Por lo menos recordaron que las llantas eran vulnerables y que dispararles era la mejor opción.
El atraco al carro de la Brink, es una muestra más de que la ambición rompe el saco. Es doloroso que empleados de una empresa se tiren la vida de esta manera, solo porque lo que se ganan de salario, no les es suficiente.
