Con bombos y platillos fue presentada la reforma a la salud por parte del Presidente Gustavo Petro. Se le nota al mandatario de los colombianos que no quiere perder el fervor de quienes lo eligieron. El momento de efervescencia y calor, quiere el presidente, sea duradero.
Pero les soy sincero. La reforma pinta bien. Es mucho menos adanista, como a veces quiere ser este gobierno, y por el contrario se plantea más como un proyecto que busca construir sobre lo construido. La reforma a la salud plantea una transición menos bélica que la que nos pintaba la ministra Carolina Corcho en sus anteriores intervenciones.
Me gusta la “universalidad” del sistema. Garantía para que todos los colombianos tengamos acceso a ella así no tengan carné. Aunque no es nuevo, en eso el actual sistema ha venido trabajando poco a poco, ojalá en la reforma, el proceso sea más rápido.
Hacer de la salud un sistema preventivo y predictivo. Excelente sería para el paciente, excelente para el sistema que se ahorraría millones de pesos.
Suena bien, el fortalecimiento de la Administradora de los Recursos del Sistema General de Seguridad Social en Salud (Adres), que se convertirá en un «pagador único» durante la transición al nuevo sistema.
Las EPS aquí pierden manejo, y solo sobrevivirán las que tengan la capacidad económica. Las moribundas terminarán por ser liquidadas de una vez por todas. Porque es mejor caer que estar guindando.
Ahora bien, ahí es donde se me antoja está el peligro, las EPS que desaparecen, deberán endosarle a la Nueva EPS sus afiliados., y eso ya lo hemos visto en Colombia, cuando las mejorcitas EPS, terminan colapsando por los afiliados que van dejando las EPS liquidadas.
La reforma tiene mucha tela de donde cortar, mucho análisis por hacer que ojalá los colombianos, antes de salir a defenderla en manifestaciones en las calles del país, o a atacarla como ocurrirá hoy y mañana respectivamente, pudiéramos sentarnos a leerla, a analizarla, para que no hagamos como Vicente, hiendo para dónde va la gente.
