Recientemente los trabajadores del hospital Rosario Pumarejo de López lograron después de varias semanas de huelga, que el centro asistencial y el gobierno departamental, se comprometiera a pagarle sus salarios atrasados y a vincular de nuevo a algunos funcionarios que, al principio de las protestas, habían sido despedidos.  

Pero de lo que pocos se acuerdan, es de la suerte de los trabajadores que en mayo de este año fueron desvinculados luego de serle suspendido el contrato a la cooperativa a través de la cual estaban vinculados.

Se trata de la  Asociación Sindical de Trabajadores Unidos ASTU, la cual tuvo relación contractual con el centro asistencial hasta el 23 de abril, y luego 15 días más gracias a una renovación debido a que existían trabajos pendientes por realizar en el área de facturación.

De acuerdo con ex trabajadores, el hospital decidió despedirlos verbalmente, quedando en deuda con ellos con varios meses de salario. El caso particular de Liz Karime Sabayet, es de 7 meses de deuda, que sumado a lo que les deben a sus compañeros despedidos, asciende a un monto superior a los 2 mil millones de pesos.

Jader Carrillo, presidente de la Asociación Sindical de Trabajadores Unidos ASTU, dijo que han buscando por todos los mecanismos para que el centro asistencial le cancele las deudas, pero ahora ni siquiera la gerente le contesta el celular, porque lo mantiene bloqueado.

Carrillo indicó que mientras sus ex compañeros esperan que les paguen más de siete meses de salario atrasados, ahora los que los reemplazaron sí comenzaron a recibir sus pagos luego del arreglo que se logró durante el paro pasado.

Meri Brito, una de las trabajadoras despedidas, dijo por su parte que ellos entablaron una acción de tutela inmediatamente fueron desvinculados. Dicho recurso legal falló a su favor, pero irónicamente, esa acción de tutela terminó beneficiando a quienes los reemplazaron, cuando llevaron a cabo la huelga porque con base en ella, sus derechos fueron cobijados y se les comenzó a hacer el desembolso.

De acuerdo con Meri Brito, ellos nunca fueron notificados por escrito para ser despedidos, y  para colmo de males les tocó hacerles la inducción al personal que los terminó reemplazándolos.

Entre los trabajadores despedidos, hay adultos mayores y madres cabeza de hogar que cada día que pasa, se endeudan más confiados en que en algún momento llegue el pago de sus salarios.

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