No ha valido el escándalo de los audios de Benedetti, el de Laura Sarabia y su abuso de poder.
No han valido los llamados a la calma que el país le ha hecho al Presidente Gustavo Petro. No. Por el contrario, durante las marchas en Bogotá, el mandatario colombiano, cual candidato, cual caudillo, levantó la voz defendiendo sus reformas – a lo que tiene derecho, ni más faltaba – pero también para arremeter contra los medios de comunicación, más exactamente contra la Revista Semana, que se ha encargado de mostrarle al país, las cosas que se esconden en el gobierno nacional, y que son necesario expulsar de Palacio.
Lo dicho por Petro contra la Revista Semana, es una clara amenaza a la libertad de prensa. Peligroso para nuestra sociedad, para nuestro país.
Nos guste o no el estilo de Semana, no es un buen precedente la posición del primer mandatario del país.
No es solo la prensa la amenazada, es la sociedad que tiene derecho a la información, al análisis, a la crítica, a la investigación. Es el derecho que tenemos todos los colombianos, a escrutar al gobierno que se mantiene y se sostiene, con nuestros impuestos.
El control ciudadano tiene como herramienta fundamental la prensa, que no tiene por qué ser amigo del poder. Los medios controlan el poder, no están llamados a aplaudirlo. Eso no lo ha entendido nuestro presidente, ni lo entenderá.
Un presidente está llamado a crear unidad, pero hace lo contrario, cada día nos divide más, empodera a esa masa que lo apoya , y que podría entender los mensajes del presidente, como una orden para atacar a los medios y a todo aquel que no haga parte de ese grupo que cree a ciegas, en el mandatario colombiano.
