Bloquear vías, destruir bienes públicos como los sistemas de transportes – léase Transmilenio – atentar contra el comercio, fue la maquiavélica estrategia por parte de la oposición para ganar popularidad y amainar la posibilidad de que la derecha continuara en el poder. ¡ Y l a estrategia les dio resultado!, el pasado mes de agosto, el país eligió a Gustavo Petro como Presidente de la república. Por primera vez en la historia, la izquierda llegó a la casa de Nariño.
Una vez en el poder, sin embargo, continuaron las protestas. Estas en vez de acabarse, se multiplicaron por todo el país, por múltiples razones que aducen diferentes comunidades. Desde la solución a problemas en abastecimiento de agua, pasando por exigencias de los transportadores para combatir la piratería, hasta la entrega de tierras por parte del Estado.
Y en esas protestas, las constantes han sido el bloqueo a las vías, a costa de la incomodidad que esto genera. A costa de ver morir en las vías a pacientes necesitados de ser llevados a sus clínicas.
Mientras esto ocurría, el gobierno de Petro parecía tolerante, y hasta patrocinador de las protestas.
Pero el cansancio llegó . La más reciente, ocurrida este fin de semana por parte de los transportadores, sería la ultima. Así se deriva de las declaraciones del Ministro de Transportes, quien anunció que la Fiscalía debe investigar y adelantar la extinción de dominio a dichos transportadores.
Protestar es un derecho, pero bloquear vías atrasa un país, nos conduce a más pobreza. En hora buena se cansó el gobierno de Petro, se la acabó la tolerancia con las vías de hecho. Se estaba demorando.