Se le dijo, se le advirtió, se le repitió. Esa cantaleta con la que a veces castigamos a nuestros hijos, o nuestros padres nos castigaban a nosotros, sacándonos los trapitos al sol cuando la embarrábamos, es la que hoy tenemos que aplicarles a los señores de Yuma, el mal vecino.

Aquí, en estos micrófonos, habitantes humildes de Aguas Blancas, le advirtieron a la multinacional que sus ingenieros la habían embarrado, que los cálculos estaban mal hechos, y que por ende la obra que construyeron a la altura de esa población iba a ser un dolor de cabeza cuando cayeran las lluvias.

Pero Yuma no prestó atención, porque ellos, los campesinos, saben de campo y no de ingeniería.

Con lo que no contaban los señores de Yuma, es que los campesinos saben de todo, con solo mirar al cielo y observar cómo se mueven las nubes o de qué lado está el rabo de la burra, pueden predecir si llueve o no. Así ha sido siempre. Saben más que el Ideam.

Tercos los señores de Yuma, y mal vecinos. Solo falta que ahora se hagan los locos y no corrijan la obra que tanto daño le ha hecho al pueblo.

Están a tiempo señores, de corregir errores, como los cometidos en Valencia de Jesús, donde las casas están que se vienen al suelo por los trabajos de la Ruta del Sol.

No sean tercos, más saben los campesinos por campesinos, que por estudios universitarios.

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