¿Qué haría usted con 2.700 millones de dólares en su cuenta? . Uffffff. Eso es mucha plata. Y esa era la cifra a la que ascendía la fortuna de Sebastián Piñera, presidente de Chile en dos oportunidades, y quien murió en su ley, piloteando un helicóptero de su propiedad. Era una de sus aficiones, a tal punto que una vez estuvo a punto de perder la vida en un accidente hace unos años. Se ve que Piñera era terco, persistente. No en vano hizo una fortuna que lo ubicó entre los cien hombres más ricos del mundo, y uno de los diez más ricos de su país.
Piñera estuvo en todas. En la banca, en los medios de comunicación, en el sector de la construcción, y en la política, de donde salió bien librado, porque ahora disfrutaba tranquilo de su retiro.
Pero así es la vida. Llegó la muerte a donde nadie se lleva nada, pero a que su inminente llegada, debe llevarnos a dejar algo. Y Piñera deja mucho. Por ejemplo, hay que destacar el solo hecho de haber abandonado la zona de confort que genera una fortuna, se preocupó por la suerte del resto de chilenos, y se postuló a la presidencia. Y como todo presidente enfrentó crisis, criticas.
Así como en Chile, país del que hemos copiado tantas cosas, como el sistema pensional nuestro, por ejemplo, los hombres y mujeres más capaces, no siempre están en la política, sino en la empresa privada o en la academia. Allá hay que buscarlos para el 2026, sacarlos de su zona de confort y ponerlos a servir. Bueno, si ellos quieren. Si no los encontramos, si estos no aceptan el reto, terminaremos eligiendo a los mismos con las mismas, sea de derecha o de izquierda.
