Prohibido hablar de Dios, de confesar su fe, de entregar su opinión sobre asuntos religiosos. Por lo menos no públicamente, hágalo en su templo, cada semana santa, o los domingos se va a culto, o a la misa. No se le ocurra escribirlo en sus redes, en los medios, mucho menos si usted es funcionario público, y mucho menos, si …